los veinte minutos antes de salir de trabajar siempre son los más lentos... uno siente que las agujas del reloj rojo de dálmata sonriendo colgando en la pared van retrocediendo 3 segundos por cada segundo que avanza... interminable pareciera... sin embargo los momentos son tan efímeros que ya no me estreso con el hecho de que termine un día o un momento...simplemente que pase.. que siga pasando.. que sea. ....
punto y aparte
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